Dejando atrás al famoso detective Pepe Carvalho, el escritor de
La novela se divide en dos partes: “Retrato del Estrangulador adolescente”, título adoptado probablemente de la obra semiautobiográfica de James Joyce, “Retrato de un artista adolescente”, y “Retrato del estrangulador seriamente enfermo”, tal vez haciendo referencia al poeta español Jaime Gil Biedma y su libro de memorias “El diario de un artista seriamente enfermo”. En el primer apartado, conformado por 25 episodios, el personaje central utiliza un lenguaje bravo, grosero, acaso satírico y grotesco al referirse a los estrangulados por él; una actitud de misoginia se desata en la personalidad de Albert Cerrato, un odio hacia la humanidad misma, hacia los psiquiatras, de todos y cada uno de los individuos conocidos por él, e incluso detesta a sus padres. Crítico de su propia historia se echa contra el mundo, citando a diversos filósofos como Ortega y Gasset, Karl Marx, Heggel, Foucault, Nietzsche, entre otros tantos. No tiene postura política alguna pero vocifera contra el Presidente del Partido Comunista de Boston a quien supuestamente mata. Su unión con una prostituta, su relación con una maestra de griego clásico y una de francés nos invita a pensar en un ser que desprecia a la mujer, no así el deseo de fornicar. Alma se convierte en su constante obsesión por la hermosura del pecho del lado derecho y sus curvas. En la primera parte del libro no hay duda que se trata de un psicópata estrangulador, de un sujeto inteligente que desprecia el orbe que le ha tocado vivir desde la infancia y que aborrece recordar que su madre destacaba su sonrisa de niño. Con relación al estilo narrativo, Manuel Vázquez Montalbán nos ofrece una especie de ensayo literario predominante y hecho a través del personaje, sin embargo, la característica de novela se conserva en todo momento; existe una relación intrínseca en la historia a través de los episodios o capítulos.
La segunda parte del libro abre otra posibilidad de interpretación para el lector. Aquí el acusado a cadena perpetua es más mesurado en su lenguaje y acepta a un psiquiatra lacaniano argentino para su tratamiento. Le han creado una familia: una esposa y tres hijos. Durante la narración, el supuesto Estrangulador de Boston empieza a recibir visitas de las personas a las que él, supuestamente había matado, lo que hace dudar al lector de lo descrito en el primer apartado del libro. Se nos revela que la condena surgió por el asesinato de sus padres y de una vecina de los apartamentos donde vivía de adolescente. Anexado a los 14 episodios que comprenden esta segunda parte, hay un informe del perfil psicológico de Albert Carreto donde se empiezan a abrir algunas dudas que el lector pudo haber tenido en los anteriores capítulos, sin embargo, una especie de epílogo nos hace dudar si el informe fue escrito por el psiquiatra lacaniano argentino o por el mismo Carreto, o si acaso existió el primero.
Una novela sin duda inquietante y compleja, con un lenguaje que denota el conocimiento de Manuel Vázquez Montalbán en diversas disciplinas del arte, la cultura, política, psicología y sobre todo de la literatura; incluye en “El Estrangulador”, poemas de su autoría, canciones del folclore argentino y un fragmento de Aullido, de Alen Ginsberg. Reconocida por la crítica literaria como una de las mejores novelas escritas en lengua castellana “El Estrangulador”, antecesora a otra gran obra del escritor español, Quinteto de Buenos Aires, sumerge al lector de inicio a fin, se mete al subconsciente y hace reflexionar del tiempo contemporáneo, no importando que los personajes reales –Hillary Clinton o Juan Pablo II, entre otros- ya hayan pasado a la historia.
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