jueves, 19 de junio de 2008

En torno a una polémica literaria

Por Armando Pacheco

Pareciera ser que los procesos culturales del estado de Yucatán deben estar condicionados a las instituciones y no al talento artístico y/o creativo de los involucrados al desarrollo del tema que nos ocupa. Considero que se torna temerario el sólo mencionar que las áreas del arte pueden avanzar o rezagarse por la intervención de una asociación, grupo artístico o colectivo. Todo esto viene a propósito de un artículo publicado en días pasados, cuando quien escribe se encontraba como invitado en la ciudad de Morelia, en el estado de Michoacán, en el Tercer Encuentro Nacional de Letras Independientes, organizado por el colectivo Paracaídas.

En un intento por periodismo de opinión, el joven escritor Cristian Núñez, dejando al descubierto su poco conocimiento de la historia literaria en la entidad y mostrando a su vez el coraje que le causa no publicar en la revista Navegaciones Zur, hoy por hoy reconocida en todo el país por la comunidad literaria, se dedicó a despotricar contra los integrantes de la asociación civil Centro Yucateco de Escritores (CYE) que días antes se habían opuesto a una de las cláusulas de la convocatoria de la Bienal de Literatura; dicho apartado de la convocatoria, en vez de darle una seriedad al certamen, estaba atentando contra aquellos escritores que ven en la literatura un oficio y no un momento de ocio o “inspiración divina”.

Núñez, que estaba de espectador en la supuesta presentación de la convocatoria de los Premios de Literatura 2008-2009, se hallaba sentado, si no mal recuerdo, en la tercera fila de la Cineteca Nacional del Cine-Teatro Mérida, en compañía de los también jóvenes escritores, Juan Estaban Chávez, Joaquín Peón y Ricardo E. Tatto; sus compañeros de generación. Cristian Núñez, en el momento de la polémica suscitada aquel lunes lluvioso, nunca dio muestras de involucrarse al diálogo y/o discusión que se originó, tal vez porque sabía que existen personas que le ofrecen espacios alternativos para lanzar sus discursos a la opinión publica; sin embargo, considero que en su texto, publicado en Unas Letras, peca de inocente –o acaso de ignorante-, en lo referente a redactar un texto periodístico.

Lo anterior lo menciono porque, quién le dijo al joven escritor que por libertad de expresión se puede uno pasar de alto el respeto hacia las personas, que de alguna manera, se han ganado éste por su trabajo y su permanencia en el ámbito al que se le relacione. Y cito: “[…llegó la interrupción de Jorge Lara Rivera, del Centro Yucateco, quien puso en tela de juicio el carácter secreto del concurso, si parte de la obra se había dado a conocer…] [ante la insistencia de Lara…] […Hay mayores motivos de escándalo, ciertamente, y la razón no puede tenerla un escritor cuyo grupo ha frenado por muchos años el avance de la literatura en Yucatán…] […Yo, sentado en la tercera fila con algunos compañeros (Joaquín Peón Iñiguez, Ricardo E. Tatto, Juan Esteban Chávez) me daba cuenta que las intromisiones de Lara eran producidas por el temor, no sólo de él, sino de todos los escritores de su grupo, de perder presencia y, por consiguiente, posibilidades de echarse a la bolsa el dinero y el supuesto prestigio de algún premio local…]”. Fin de cita.

Creo que hay que recordarle a este escritor en proceso, que su derecho a opinar y el ejercicio periodístico debe de ir de la mano con el respeto y conocimiento. Así, el mismo Cristian Núñez se destapa como un individuo que no está enterado de los procesos literarios anteriores a su época. Para hacer un recordatorio, -y quien lo desee puede realizar un trabajo de investigación al respecto-, a inicios de los noventas, quienes hoy son miembros fundadores del CYE hicieron propuestas independientes que hoy son reconocidas a nivel nacional y atrévome a decir que hasta internacionalmente, como Ediciones Zur y la revista Navegaciones Zur; una de las personas involucradas en este episodio de la historia de la literatura yucateca es el poeta y maestro Jorge Lara Rivera, por lo cual, en lo particular, considero que tutear, e incluso en un texto de opinión, a una persona con trayectoria como la del escritor Jorge Lara es incorrecto, toda vez que no se tiene ni siquiera una tercera parte del camino recorrido del poeta Jorge Lara Rivera.

Dejando a un lado este hecho, enfatizar que las intromisiones son producto de temor por perder presencia, quiero, también de manera particular, precisar que los integrantes del CYE no carecen de presencia ni en el estado, ni en el país, ni fuera de éste. Ejemplos son muchos: se tiene presencia de la revista Navegaciones Zur a nivel nacional e internacional; muchos de sus integrantes, de manera individual, comparten mesa con escritores de trascendencia nacional e internacional; han publicado en antologías, revistas y editoriales importantes; y por si fuera poco, el escritor Adán Echeverría realiza un trabajo que tiene a la expectativa a los creadores literarios de México: me refiero al Mapa Poético de México. Si esto no es tener presencia yo le preguntaría al compañero Núñez ¿qué es para él tener presencia en el medio literario? De los premios, ni hablar, porque causa la envidia de los demás y críticas mal fundadas sin conocer el trabajo de los ganadores e incluso a éstos.

Afirmar que un grupo de escritores ha frenado el desarrollo de la literatura en Yucatán es una declaración, en mi opinión, irresponsable. Si romper con estructuras tradicionales, abordar temáticas que en el pasado causaron el estupor en una sociedad arraigada a la doble moral, buscar en la disciplina el perfeccionamiento de propuestas literarias; tomar a la literatura como oficio y no “inspiración divina”, realizar proyectos de promoción literaria y cultural, mediante la edición, lecturas y talleres, es causarle al desarrollo literario un daño, pues que así sea, preferible a aplaudir trabajos que carecen de calidad, seriedad y disciplina, lo que sería, en pocas palabras, textos mediocres.

El mismo Cristian Núñez manifiesta que el CYE no ha dado cabida a que, personas como él, participen en actividades promovidas por los integrantes de la “bien amada” asociación de creadores literarios de Yucatán. Y cito: No hay vergüenza, ninguno de estos escritores – por referirse al Centro Yucateco de Escritores- le ha permitido a los independientes participar de buena fe en sus actividades y procesos de difusión, premiación y reivindicación de la literatura local. A estas alturas, ya se han marcado distancias, ya no se necesita de ellos. Algunos hemos logrado trabajar por cuenta propia, sin ensuciarnos las manos. Sigue sorprendiendo que aún con todos esos privilegios las quejas persistan. Y después hablan de honestidad, cuando son quienes menos honestidad tienen para trabajar.

El joven escritor habla como si quienes realizan obra literaria y forman parte del Centro Yucateco de Escritores, recibieran sueldo de las instituciones para la creación, publicación y difusión de sus obras o estuviesen en la nómina del Instituto de Cultura de Yucatán por crear; se manifiesta como independiente, olvidando que todo individuo trabaja por su cuenta y que los talleres literarios sirven para acrecentar las herramientas que permiten, en algún momento, mejorar la propuesta que se quiere realizar; insinúa que los escritores de la asociación civil, varias veces mencionada en este texto, se han ensuciado las manos –y aquí hago un paréntesis-: ¿cómo? ¿de qué manera y con qué fundamentos este joven escritor argumenta que los del CYE se han manchado las manos? Habremos de esperar el fin de esta administración para saber si no sus propias palabras pueden causarle eco y su hasta ahora presumida limpidez laboral-literaria no se torna grisácea. Considero que tiene a su favor de la buena fe de los escritores del CYE por no confrontarlo en una instancia legal por estos argumentos tan temerarios.

Para terminar con este texto de opinión y a título personal creo necesario dejar en claro lo siguiente: Quienes conformamos el CYE no buscamos el reconocimiento de quienes carecen de trayectoria y criterios relacionados con las letras, tampoco pretendemos caerle bien a toda la comunidad literaria, ni ser admirados por jóvenes que no buscan el compromiso con la literatura y el avance de la misma. El CYE comparte su buena fe con quienes deseen acudir a su taller literario los lunes a partir de las nueve de la noche en la Casa de la Cultura del Mabay (63 con 66 y 66, centro de la ciudad de Mérida), tomando en cuenta que es un taller de escritores para escritores y que se comparten opiniones con relación a los textos; abrimos nuestras páginas literarias a quienes muestren el compromiso por el arte de escribir y buscamos la convivencia y el avance de las letras yucatecas.

Por último, si se cree que el CYE está debilitado, debo confesar que existe un gran número de jóvenes que están a punto de dar a conocer sus trabajos al mundo literario; jóvenes que trabajan con disciplina y no se quejan por observaciones meramente literarias; muchachos y muchachas que creen en el compromiso con la palabra y no pecan de soberbios principiantes o protagonistas de las letras locales. Una nueva generación de escritores en proceso que confían en quienes tienen trayectoria.

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